martes, 14 de enero de 2014

LA ENFERMERA NACE O LA HACEN


Definitivamente la hacen.

Evidentemente pronunciarme con tanta determinación no es  serio. De modo, que intentare en el siguiente escrito defender mi postura a través de ideas que giran entorno a categorías y etiquetas como: enfermera- elites- estereotipos y discursos. Conceptos que a mi modo de ver describen ciertas conductas que definen al colectivo enfermero y su visibilidad ante la sociedad y el resto de profesiones socio-sanitarias.

Bien es cierto que el 90 % de la profesión es del genero femenino y partiendo de este punto se han construido dos estereotipos que he definido como:

1. La enfermera Betty  boop:  etiquetas como feminidad, belleza, cuidadoras, erotismo; han sido compartidas y legitimadas por actores sociales en diversos ámbitos tanto públicos como privados. Ya sea desde los medios de comunicación; cine, series televisivas etc; o simplemente en el marco familiar cuando nos enseñan a jugar a los médicos y a las enfermeras.

                                         


2. La enfermera Florence Nightingale: mujer, madre y enfermera transmisora de valores humanos que se sacrifica de modo sumiso, firme y entregado al cuidado de las necesidades de la familia y los enfermos.
                                             

Dicho imaginario  construye  la conciencia colectiva de gran parte de los varones occidentales. Varones que de un modo u otro forman las elites con mayor o menor poder y que nos dirigen y representan. Elites con unos códigos y conductas pactadas, a las que solo pueden acceder personas que las defiendan y comparten. Estas elites se han encargado en el tiempo de promover el inmovlismo de una profesión constituida mayoritariamente por mujeres, profesionalizando el concepto del cuidado y manteniendo latente el imaginario de ambos estereotipos.

En este punto ya empiezo a sudar. Puede parecer que doy a entender que solo una mujer por ser mujer puede desempeñar las funciones de enfermería, dando por absoluto el hecho en si mismo.  Ni mucho menos. Pero si quiero dilucidar como a través de estereotipos de genero  y el uso que se hace de ellos, las elites ejercen un poder, en muchos casos coercitivo, que se perpetúan en el tiempo y condicionan el desarrollo de la profesión.

OK.....sigamos que aburro, muchas ideas y difícil describirlas en poco espacio y tiempo......

Me referiré a las elites a partir de ahora como categoría formada por aquellos hombres y mujeres que ejercen su poder bajo la figura de líderes formales dentro del ámbito de la enfermería.

El sistema sanitario en el cual trabajamos queda definido por un campo macro y micro. Donde lo macro quedaría definido por la administración del Estado y las comunidades autónomas, y lo micro, por los centros asistenciales donde trabaja la enfermería de base . Lo macro marca las reglas del juego y lo micro el campo donde las elites ejercen su poder. Como ejemplo tomemos los organigramas accesibles en nuestros centros de trabajo y que delimitan jerárquicamente el poder que ejercen unos sobre otros en función de un cargo otorgado.

En el campo micro predomina un discurso compartido por gran parte de la enfermería que se encuentra en la base del organigrama  y que algunos compañeros denominan como la "cultura enfermera" basada en la Amarga Lamentación. Parece una constante que el discurso que prevalece en todo profesional de enfermería es el sentimiento de infravaloración, maltrato laboral e incluso culpa. Discursos que transmitimos ante nuestros pacientes, compañeros de profesión, y que recriminamos a espaldas de los líderes que nos representan y dirigen, como coautores de nuestra amarga lamentación.

Cuando nos referimos al liderazgo y deficit de autoestima en la enfermería no podemos dejar de lado aquellos actores que representan la profesión enfermera institucionalmente otorgandose la defensa de los derechos laborales y/o deontológicos de "las enfermeras". En su mayoría liderados por varones.  Actores que se repiten  en el tiempo tanto  en  sindicatos  representativos, colegios y consejos de enfermería que dirigen actualmente el desarrollo de la profesión en España.

Sin embargo, a estas alturas no es relevante si un hombre o una mujer desempeñan un cargo de dirección y gestión sanitario o institucional, si no las capacidades y cualidades que deben tener dichos cargos para desempeñar la función encomendada por las elites de lo macro. A mi modo de ver, elites que son conscientes de los estereotipos de genero, roles y handicaps que la mujer parece estar "obligada" a vencer en el ámbito laboral y social. Elites que manipulan al colectivo enfermero, sabedores de su presencia mayoritariamente femenina dentro de las instituciones sanitarias, y de la necesidad de mantener controlada a la masa.

                                  


".......me quedare embarazada cuando me renueven el contrato"
"....el adjunto se quejo sobre mi al supervisor y este me recrimino sin darme oportunidad a explicarme..."
"......La chica es muy simpática y maja, mas que la otra....."
".....creo que el supervisor esta enfado por que tuve que salir antes para recoger al niño que tenia fiebre".


Este deficit de autoestima que refleja la profesión enfermera, no surge espontáneamente. Todo discurso se enmarca en un contexto donde los líderes gestionan su poder en función de los fines que se persigan y que consciente o inconscientemente consentimos. Un director/a, supervisor/a, por mencionar un cargo gestor acata las ordenes de sus superiores y supedita sus fines por encima de trabajadores e incluso de los pacientes, como observamos en la actualidad ante la "lucha" por recortes sanitarios o la privatización de la sanidad publica y su papel casi desapercibido en el conflicto, mas haya de contener la masa.

Limitar el desarrollo de la profesión; ambigüedad en la aplicación del plan Bolonia, el retraso de las especialidades, la adscripción de las escuelas de enfermería en las facultades de medicina, diversificar los derechos de los trabajadores en el campo laboral y económico, supeditar el papel de la enfermería en vez de equipararlo al de los médicos, etc;  no ha contribuido al desarrollo de la enfermería, ni mucho menos. Hechos a los que han contribuido a lo largo del tiempo para que nuestros líderes institucionales y garantes de los derechos laborales crearan una cultura enfermera basada en la amarga lamentación que ha crecido en las ultimas décadas y que queda patente en el discurso cotidiano de la profesión.

".....Los sindicatos no me representan....
".....Mi colegio de enfermería solo me da entradas de circo...."
"....¿Que es el consejo de enfermería...."
"....no puedo darte agua hasta que el medico lo mande...."

El sentimiento de culpa crece al sumarse hechos de desigualdad y  precariedad laboral en un contexto donde el lento desarrollo de la profesión y las diferencias retributivas crean categorías oficiosas dentro de la misma profesión que se hacen reconocibles entre sus miembros. Observamos a diario enfermeros/as que teniendo la misma cualificación alcanzan puestos de gestión a dedo, cobran carrera profesional o algo tan básico como la  antigüedad laborar y otros no. De la desigualdad, del divide y vencerás nace el sentimiento de culpa. Un tipo de sentimiento fundamentado en la ausencia de apoyo y corporativismo que mencionan  los profesionales en su discurso ante la injusticia impune.

Con todo lo expuesto resulta un eufemismo hablar sobre si la enfermera nace o la hacen. Si no mas bien que existen múltiples factores que determinan la amarga lamentación del colectivo enfermero. No justifica las conductas negligentes o incompetentes de casos concretos, que nada tienen que ver con los estereotipos, las relaciones de poder o las elites. Si no por ejemplos indviduales y cotidianos de mala praxis que deben ser manejados por los equippos en su conjunto. Por cada conducta o acto negativo podríamos describir 10 positivos y para el caso ya existen los tribunales y el juicio profesional del los pacientes y compañeros.

Queda claro que la cultura del miedo instaurada, esta legitimada por las elites de lo macro y consensuada por los líderes de lo micro. Que la figura de la profesión esta conceptualizada en el modelo/os de mujer y estereotipos construidos sobre la misma. Y que son manipuladas por las elites y sus líderes con el fin de mantener las desigualdades laborales, sociales y de poder que controlen la masa para sus fines.



 No seré yo quien deba dar soluciones a tanto paradigma, incluso he de reconocer que me resulta difícil enlazar casuísticas tan poco populares. Sin embargo si espero haber despertado el debate, la polémica y el interés por mantener latente la temática sobre la amarga lamentación de la enfermería. Caiga quien caiga.

David Verdegay Romero
Enfermero, Lic Antropología social y cultural.